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Extracción de sal en la gran llanura blanca de Bolivia

La luz es implacable y el aire está enrarecido. En la mayor salina del mundo, hombre y máquina ponen a prueba sus capacidades. Aquí es donde lleva trabajando más de 30 años el conductor de camiones Darío Machaca Colque.
Salar de Uyuni, Bolivia.
Cada año se extraen aproximadamente 25.000 toneladas de sal de Salar de Uyuni, Bolivia.

Los primeros rayos de sol de la mañana empiezan a filtrarse entre las cumbres montañosas que rodean la salina. El viento sopla con fuerza sobre la vasta extensión y el crudo aire frío castiga las mejillas. Para un recién llegado, el aire enrarecido provoca un ligero dolor de cabeza.

“Empecé a conducir camiones Volvo aquí, cuando tenía 14 años y nunca he usado otros camiones”, comenta Darío Machaca Colque mientras sube a la cabina de su Volvo FH16 aparcado junto a su casa en la pequeña ciudad de Colchani.

Salar de Uyuni o Salar de Tunupa, como lo llaman los aborígenes locales, está situado en la provincia de Potosí, en la región occidental de Bolivia. La salina más grande del mundo cubre la misma área que la ciudad de Los Ángeles y se compone de un total de 10.583 kilómetros cuadrados de sal muy compactada.
 
Hoy Darío cargará y transportará sal que se extrae de la salina. Antes de salir recoge a los cargadores que le ayudarán hoy. Tienen un duro día de trabajo por delante. El gran remolque se cargará con 25 toneladas de sal, a mano, con la única ayuda de unas simples palas. Por eso Darío se asegura de traer comida y bebida para los cargadores.

“Estos son Edgar y su hermano Iván, también son de esta ciudad. Todos nos conocemos por aquí”, afirma Darío a la vez que llegan los dos cargadores.

Edgar e Iván se suben al remolque donde su padre Paulino, que también es cargador, ya está sentado. 

Cada dos viajes por la sal lavamos los camiones meticulosamente con agua. Después los rociamos con aceite y grasa para protegerlos durante los próximos viajes.

Hace 40.000 años toda esta área era un lago prehistórico y cuando las aguas retrocedieron se formó la salina. La sal cruje bajo las ruedas cuando el camión recorre la vasta meseta, en la que traza formas octogonales. Todas las marcas de la carretera desaparecen en la blanca nada y Darío navega usando las montañas en la distancia como puntos de referencia. Su conocimiento de la zona es excepcional.

“En realidad la superficie está formada por dos capas de sal comprimida, una superior y una inferior. Entre ellas hay una capa de lodo. No es peligroso conducir sobre la sal, pero si te sales de tu ruta habitual puedes verte en problemas. En algunos lugares la superficie es más blanda y el camión puede quedarse atascado en la sal”.

El sol sobre el horizonte y los rayos se reflejan en el terreno blanco, lo que convierte las gafas de sol en indispensables. Las manos encallecidas y las arrugas en las comisuras de los ojos de Darío son testigos de una vida dedicada al duro trabajo en lucha constante con la implacable luz. La salina ha sido el lugar de trabajo de Darío durante más de 30 años.

“Pero las personas que viven aquí están fuertes y sanas. La sal es buena para la artritis y los dolores en las articulaciones”, explica Darío con una sonrisa.

A lo largo de los años Darío ha tenido varios camiones Volvo. En la actualidad es propietario de dos camiones Volvo FH16 de 2006 con 610 caballos de potencia. Él mismo ha importado los camiones de Europa. En el camión de Darío aún se pueden ver las pegatinas de los anteriores propietarios, la empresa de logística DFDS de Alemania.

“Pienso comprar otro camión Volvo, de 2008, en algún momento del año que viene. Lo importaré de Suecia”. 

Darío y otros 23 conductores son miembros de la “Cooperativa 11 de julio”, que es una cooperativa de conductores que realiza tareas de transporte local e internacional en la zona. Las carreteras que rodean la salina están en mal estado y las distancias son considerables. Por eso se utiliza la salina como pasillo hacia la provincia de Oruro al norte, Cochabamba al noreste y el país vecino Chile al oeste.

Como miembros de la cooperativa, los conductores tienen sus propios camiones pero comparten la administración. Los costes y los beneficios se comparten entre los miembros.

Para Darío y sus compañeros conductores, conducir Volvos es la opción lógica, 20 de los 23 vehículos de la cooperativa son camiones Volvo.

“En invierno hace mucho frío aquí y otros camiones simplemente no arrancan. Las carreteras que rodean la salina son muy irregulares. A otros camiones les saltan las piezas y empiezan a tener fugas, los motores dejan de funcionar bien. Eso no pasa con Volvo. Son robustos y pueden soportar estas duras condiciones”.

Como la sal acelera la corrosión, hay que trabajar duro en los camiones. Darío explica que es necesario realizar trabajos de mantenimiento:

“Cada dos viajes por la sal lavamos los camiones meticulosamente con agua. Después los rociamos con aceite y grasa para protegerlos durante los próximos viajes”.

Cada año se extraen aproximadamente 25.000 toneladas de sal de Salar de Uyuni. El proceso de extracción es sencillo pero requiere mucho trabajo. La sal, que está húmeda, se apila a mano para que se seque durante la noche antes de cargarla.

En esta zona la sal es suficientemente sólida y no hay problemas para conducir camiones pesados, pero allí es más blanda y los camiones se pueden hundir en la sal.

Repentinamente, el infinito blanco se ve interrumpido por siluetas en la distancia. Al cabo de un rato las pilas de sal en forma de pirámide se acentúan. Darío detiene su camión, baja y explica a Edgar, Iván y Paulino cómo se tiene que realizar el trabajo. Primero se tienen que cargar tres pilas de sal en un lado del remolque, después se le da la vuelta al camión y se cargan otras tres pilas en el otro lado. 
 

“Es importante cargar desde los dos lados para que no haya ningún desequilibrio”, explica Darío.

Señala a la distancia.

“En esta zona la sal es suficientemente sólida y no hay problemas para conducir camiones pesados, pero allí es más blanda. Allí los camiones se pueden hundir en la sal”.

Ahora mismo la salina está seca pero durante la temporada de lluvias en los meses de verano, el lago Popoo cercano se inunda y cubre la planicie con una capa de agua. En algunos lugares la profundidad puede ser de hasta un metro.

“Por eso acumulamos una provisión de sal en Colchani antes de que llegue la lluvia y cargamos desde allí. Ni nosotros ni los productores trabajamos en la salina durante la temporada de lluvia”.

Paulino, Edgar e Iván dan las últimas paladas para cargar sal en el remolque. El trabajo ha tardado un poco menos de tres horas. Después los recoge uno de los muchos coches que hacen viajes turísticos por la zona para llevarlos de vuelta a Colchani.

Antes de que Darío regrese, él y su camión se ven atrapados en una tormenta de arena. El viento sopla con fuerza desde los cercanos desiertos pedregosos y hace que crezcan nubes marrones de arena en el horizonte. El fino polvo cae sobre la salina.

Darío permanece en la cabina esperando a que pase la tormenta.

“Normalmente no dura más de una hora y después se deshace”, explica Darío. Enciende la radio en la que un locutor da el resumen de noticias locales con un ritmo rápido.

Tiene razón, la tormenta pasa y en la distancia las amenazadoras nubes se alejan de la salina mientras Darío pone en marcha el motor.
 

El camión

Datos técnicos: Tractora Volvo FH16 con remolque brasileño fabricado por Randon. Diseñado para largas distancias y cargas pesadas, este camión de 2005 tiene un motor de seis cilindros en línea y 16,1 litros con 610 CV y posee un par motor de 2.800 nm a 1.000-1.500 rpm.

Cómo se usa: Se usa para transportar bórax y azufre de las minas de la zona y sal de la salina, internacional y nacionalmente. Un encargo típico tarda entre 14 y 18 horas. Aproximadamente 70.000 km/año.