Trucks

La ley de la naturaleza

Las carreteras del suroeste de Noruega se encuentran entre las más desafiantes del mundo. Cuando se conduce una combinación de 50 toneladas con una carga de peces vivos en depósitos de agua que van chapoteando, la complejidad de la tarea es extrema.
Conducción en el sur de Noruega.
Si bien el paisaje del suroeste de Noruega puede ser impresionante, para los conductores de camiones puede ser muy peligroso si no se mantienen atentos.

"Las carreteras noruegas no se pueden comparar a ninguna otra. No hay margen para ensoñaciones, hay que estar totalmente concentrado”, explica Jarle Tveiten, experto en transportes especiales, con la mirada fija en la carretera, mientras realiza un giro en un tramo estrecho.

Cuando iba a empezar a trabajar conduciendo camiones, el transporte de peces era lo que más me interesaba. Trabajar con criaturas vivas sin duda hace que mi trabajo sea mucho más interesante.

El paisaje por el que conduce es de una belleza sobrecogedora y un conocido destino turístico por sus montañas, cataratas y profundos fiordos. Pero esta belleza puede despistar a los conductores. Las condiciones de las carreteras estrechas y tortuosas son deficientes y existe un importante riesgo de desprendimiento de rocas. En el otoño y en el largo y gélido invierno, las condiciones meteorológicas son duras, con mucha lluvia, nieve y hielo y, en el verano, pueden aparecer de repente turistas haciendo fotos despreocupadamente en mitad de la carretera. En algunos tramos, las carreteras son demasiado estrechas para que circulen dos vehículos a la vez y la única solución es que uno de ellos dé marcha atrás hasta la zona de descanso más cercana.

“A algunas personas les aterra conducir aquí. A veces, tengo que parar el camión para dirigir el tráfico y ayudar a otras personas a dar marcha atrás para poder avanzar. Al conducir por estas carreteras, tienes que cooperar en el tráfico”, afirma Jarle.

Pero detener su camión Volvo FH16 750 no es algo que le guste hacer si no es necesario. El remolque contiene depósitos de agua fabricados a medida y llenos de peces vivos que pueden morir en cinco minutos si se descuida. Los peces tienen un gran valor y la carga de alevines de halibut que está transportando en este momento pueden costar alrededor de 400.000 euros. Debido a las estrictas normas de seguros y de protección animal, un momento de descuido podría ser devastador para su negocio. Por ello, además de la carretera, también tiene que seguir muy de cerca el sistema de vigilancia junto al salpicadero que indica el estado de los depósitos, como el nivel de oxígeno, el valor de ph y la temperatura. Es una tarea difícil que se tarda tiempo en dominar, pero tras pasar 30 años como transportista de peces, Jarle es un verdadero experto. Durante sus primeros años en el sector, transportó peces por toda Europa, a países como España, Portugal, Grecia, las islas Shetland y Escocia. Esto le aportó la experiencia necesaria para ampliar su empresa de transporte y pasar de ser un negocio con un solo conductor y un camión a una gran empresa de entrega de peces vivos. Durante muchos años, su negocio se ha centrado en Noruega y Suecia y se ha establecido como uno de los mejores en su sector. Y aunque ahora posee un total de 10 camiones Volvo y emplea a varios conductores, él sigue en la carretera realizando entregas. Los peces de hoy se transportarán hasta Rørvik en Trøndelag. Para llegar allí, tiene que tomar el ferry entre Jondal y la pequeña localidad de Tørvikbygd donde reside, situada junto al fiordo de Hardanger y donde ha vivido toda su vida. A medida que se acerca al puerto, señala al otro lado del fiordo la casa donde creció, a solo cinco metros del embarcadero.


"Solía tenderme en el embarcadero y pescar durante horas cuando era un niño. A mi padre también le encanta pescar y cenábamos pescado casi todos los días. Cuando iba a empezar a trabajar conduciendo camiones, el transporte de peces era lo que más me interesaba. Trabajar con criaturas vivas sin duda hace que mi trabajo sea mucho más interesante”, afirma Jarle con una sonrisa.

Aunque Tørvikbygd es una pequeña localidad, se ha convertido en una importante puerta de entrada gracias a la línea de ferris hasta Jondal, desde donde parten las conexiones hacia el este y el sur de Noruega. El tráfico por el fiordo ha aumentado en gran medida durante los últimos años y, en la actualidad, lo cruzan cada mes entre 25.000 y 30.000 vehículos. Jarle ha tomado este ferry miles de veces. 

”Ser conductor aquí significa tener que adaptarse a la carretera y a la naturaleza. Tenemos que cruzar el fiordo para ir casi a cualquier lugar y aprendemos a vivir con ello. A veces tengo que tomar hasta siete ferris para realizar una sola entrega”, explica mientras conduce para subir al ferry.

El trayecto dura alrededor de veinte minutos. Cuando desembarca, se concentra más al continuar por la carretera nacional siete, una carretera antigua que conecta la ciudad de Bergen con Oslo. Lleva años sin repararse y está repleta de baches y tramos con pavimento en mal estado. Tras recorrer unos veinte kilómetros, es aún más peligrosa, a medida que la montaña se vuelve más escarpada por un lado y, por el otro, el fiordo de repente se encuentra a cientos de metros por debajo. El dique que separa la carretera del precipicio solo tiene medio metro de alto, por lo que un coche puede volcar fácilmente y caer al agua. 

“Este tramo de la carretera es infernal. Cuando llevas tanto tiempo conduciendo como yo, sabes a la perfección lo peligrosa que puede ser. He sido testigo de accidentes letales y he visto morir a personas. Te hace pensar: ¿conduzco de un modo para evitar estas situaciones?”, comenta Jarle y añade:

“Por suerte, la mercancía que llevo me hace conducir de un modo defensivo. Además, después de todos estos años, te acostumbras a conducir por carreteras en mal estado. Pero aun así, cuando me siento al volante del camión y estas carreteras se convierten en mi lugar de trabajo, desearía que fueran más seguras”.

El servicio y el mantenimiento son muy importantes en estas carreteras. Si los camiones sufren una avería, necesito ayuda rápido, de lo contrario tendré un gran problema.

Aunque las carreteras son desafiantes y peligrosas, Jarle afirma que las mejoras tecnológicas en los camiones han hecho que su trabajo ahora sea mucho más sencillo que cuando comenzó su negocio con un Volvo usado hace tantos años. Hoy ya no se preocupa antes de un viaje, porque su Volvo FH16 hace que la conducción sea una experiencia totalmente distinta en términos de seguridad y comodidad. Además, se asegura de contar con un contrato Gold con Volvo Action Service, ya que, debido a las exigentes condiciones de las carreteras, sus camiones se desgastan más en comparación con el resto de Europa. 

“El servicio y el mantenimiento son muy importantes en estas carreteras. Si los camiones sufren una avería, necesito ayuda rápido, de lo contrario tendré un gran problema. Siempre he mantenido una relación excelente con la gente de Volvo y por ello he sido fiel a Volvo en todo momento”, comenta, mientras detiene el camión para esperar que un turismo dé marcha atrás.


En breve habrá pasado la peor parte de su ruta y seguirá por la carretera 50 y luego por la carretera 52 hasta llegar a Otta, desde donde se dirigirá a su destino final, Rørvik en Trøndelag. Explica que su tarea de hoy no es tan habitual, ya que su mercancía consiste en alevines de truchas marrones y salmones que lleva hasta las grandes piscifactorías de Noruega. También transporta muchos lábridos, un tipo de pez que come parásitos y que se utiliza en las piscifactorías para evitar que otros peces enfermen.

El interés de Jarle por los peces que transporta ha ido en aumento con el tiempo y por ello mejora constantemente los camiones y los depósitos en estrecha colaboración con sus clientes. Además de los transportes y de gestionar la empresa, también participa en distintos proyectos y ha trabajado en el desarrollo del sistema normativo noruego del transporte de peces. Su jornada habitual de trabajo en raras ocasiones es inferior a doce horas y suele ser mucho más larga. Confiesa que su mujer y sus tres hijos han sufrido por ello, pero que se han acostumbrado a que trabaje tanto constantemente.

“Ya tengo 60 años. Tengo que admitir que he vivido muchas jornadas largas y muchos retos. Ya no tendría la energía de empezar de cero de nuevo. No es solo un trabajo, sino que se convierte en un estilo de vida. Pero lo he disfrutado siempre".