El mundo está realizando la transición de los combustibles fósiles a una energía más limpia. Sin embargo, se prevé que la producción mundial de GNL aumente en los próximos años. De hecho, a pesar de ser un combustible fósil, se espera que desempeñe una función clave en la descarbonización de múltiples sectores.
Se calcula que, para 2040, la demanda mundial de GNL (gas natural licuado) alcanzará entre 625 y 685 millones de toneladas al año (frente a 404 millones de toneladas en 2023), lo que supone un aumento de más del 50 %. Se espera que el aumento de la demanda proceda de múltiples sectores, incluido el de la fabricación, la industria pesada, la generación energética y el transporte.
Si bien el GNL es un combustible fósil, es menos dañino que muchos otros combustibles fósiles. Por ejemplo, las emisiones generadas por cada unidad de energía de GNL son mucho menores que las del carbón, tanto antes como durante la combustión. A corto plazo, con esto se logran reducciones importantes de carbono y lo convierte en una alternativa más limpia. Por esta razón, la consultora global McKinsey & Company estima que el gas natural (y, por extensión, el GNL) será más resiliente que otros combustibles fósiles en los próximos cinco a diez años y se situará entre los últimos combustibles fósiles en desaparecer.
Por ejemplo, China, que impulsa gran parte de la demanda mundial de GNL, está abogando por una transición del carbón a favor del GNL para cumplir con sus ambiciones climáticas y mejorar la calidad del aire en sus ciudades.
En resumen, la respuesta es que sí. Varios fabricantes de camiones que funcionan con gas han calculado que estos emiten entre un 15 y un 20 % menos de emisiones de CO en comparación con los camiones diésel. Esto es menos que las posibles reducciones que se logran con camiones eléctricos de batería. La realidad es que, dada la autonomía limitada y las redes de recarga, la alternativa eléctrica actualmente no es una opción viable para muchas empresas de transporte, aunque podría serlo en el futuro. Por otro lado, los camiones que funcionan con gas ofrecen la misma autonomía y el mismo rendimiento que los camiones diésel.
En consecuencia, la red de reabastecimiento de camiones de GNL en toda Europa está creciendo rápidamente y, en el momento de redactar este artículo, cuenta con 786 estaciones. Mientras tanto, las ventas de camiones de GNL en China están aumentando, de nuevo, debido a que el Gobierno chino subvenciona la transición para alejarse del diésel. La India está siguiendo el mismo ejemplo y se propone convertir un tercio de la flota de camiones de gran tonelaje del país al GNL en los próximos cinco a siete años.
Si bien el GNL es una excelente manera de avanzar en la dirección correcta, lo que marcará la diferencia es la transición al bio-GNL. Se trata de un combustible renovable, no fósil, producido a partir de residuos orgánicos y que, dependiendo de cómo se produzca, puede generar emisiones negativas de CO2 de hasta un 200 % (desde la producción al consumo).
En el sector marítimo, un buque propulsado por GNL emite hasta un 23 % menos de emisiones de gases de efecto invernadero en comparación con los combustibles marinos convencionales. Y, tal y como sucede con los camiones de gran tonelaje, los buques de GNL y la infraestructura de reabastecimiento son totalmente compatibles con el bio-GNL, lo que supone una vía hacia la descarbonización. Por este motivo, también se está planteando como un posible combustible de transición en el sector marítimo.
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